Ahogarse en trazos sin trascendencia

Por más de diez años –catorce para ser exacta– he sido bailarina en el Carnaval de Oruro. Como muchos devotos, comencé de muy pequeña. La primera vez que bailé con una máscara que me cubría todo el rostro y una peluca que me sofocaba las sienes y la nuca, pensé que iba a ser muy difícil llegar hasta la iglesia del Socavón. Ningún sábado de peregrinación me quité la careta antes de llegar a los pies de la Virgen y aunque sigo intentando buscar las palabras que mejor describan la sensación y el sentimiento que uno experimenta al llegar a la puerta del Socavón, fracaso siempre. No puedo describirlo. No sé cómo expresarlo. Mi devoción ha sido el pilar que durante todos esos años bailando me ha permitido llegar. A Ella le debo cada paso. Pero esa es una experiencia íntima y muy mía, compartida quizás por otras personas que puedan sentirse identificadas con mi relato. Es mi mundo particular. 

El Carnaval de Oruro ha sido declarado como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. ¿Nos hemos dado cuenta de la magnitud de esa declaración? Es un reconocimiento del que nos sentimos orgullosos. ¿Y vamos a negar por ello que durante tres días Oruro se convierte en el urinario más grande del planeta? ¿Que Sodoma y Gomorra quedan como piojo tuerto al lado de lo que se presencia en sus calles sin ninguna vergüenza? No. No podemos negar esa triste realidad.


No. Tampoco me voy a referir a ilustraciones que pueden tener un punto de vista estético ofensivo, que no valoran ni saben manejar la sutileza, que son –artísticamente hablando– completamente intrascendentes. Un obra mal planteada y peor argumentada por su autora. No vale la pena.

Comentarios

  1. De casualidad me encontré con tu blog, me gustó mucho tus opiniones....sigue escribiendo

    ResponderBorrar
  2. Excelente artículo, tienes mucha razón en lo que dices. Además el post está muy interesante

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Comentarios: