La columna rota


De aguas turbias y fantasmas reencarnados

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Creo que lo único „transparente“ que he visto esta semana, ha sido a Jeanine Añez tomándose un api caliente en la Plaza 10 de Febrero en ocasión de celebrar los 239 años del grito libertario de Oruro, mi tierra natal. El resto ha sido una retahíla de hechos turbios, unos más que otros, que nos hacen temblar la esperanza y esa ilusión con la que muchos vimos empezar el gobierno de transición y la realización de nuevas elecciones generales en el país.

365 candidatos han sido inhabilitados por el órgano electoral por incumplimiento de requisitos legales. Al parecer el único partido político que se ha tomado en serio el tema de la candidatura ha sido Comunidad Ciudadana de Carlos Mesa. En todos y cada uno de los partidos políticos restantes se han observado las candidaturas a diputados y a senadores por documentos faltantes. Como electora me siento irrespetada por estos candidatos a “padres de la patria”. ¿En serio buscan representarnos? ¿De verdad quieren que los tomemos en serio cuando no son capaces de ordenar su tiempo y sus papeles? ¿Qué tipo de legisladores van a ser si apenas pueden con la presentación de la documentación requerida para postular?

Igualmente se esperaba más del Tribunal Supremo Electoral que no ha sido claro al señalar que la candidatura de Evo Morales a primer senador de Cochabamba es ilegal porque no ha cumplido el requisito básico de residencia mínima de dos años en la circunscripción a la que representa. Y por si esto fuera poco, hay que calarse el argumento de mártir de Mario Cossio quien dice que prefiere sacrificar su postulación “para que esta no sea usada como pretexto para habilitar la candidatura del expresidente Evo Morales”. ¿Para qué volvió a Bolivia? ¿Solo para contrastar su “exilio” con la fuga de Morales y vestirse de excepción política? Eso es faltar a la ley, violar la norma, saltarse la regla; exactamente el mismo modus operandi que el régimen masista parece haber dejado como tatuaje en los políticos que ahora quieren hacerse del poder.

Para seguir con este rosario de aguas turbias, el Frente para la Victoria (FPV) está bajo sospecha de habernos presentado un programa de gobierno plagiado, uno que presuntamente le pertenece a un partido político peruano. Este chanchullo de ligas mayores es inadmisible. Sigamos entonces con el tema de las propuestas electorales que nos tocará elegir el próximo 3 de mayo.

¿Le interesaba al ciudadano de a pie conocer las propuestas electorales de los candidatos que participaron en las elecciones del pasado 20 de octubre? Seguramente sí, sin embargo la consigna mayor era solo una: Sacar al MAS del poder y a Evo Morales de la silla presidencial. Tras 14 años de un gobierno que enarboló un socialismo destructivo, que violó la Constitución Política del Estado y  que traicionó no solo la voluntad popular sino la identidad indígena del “pueblo”, de los “más humildes” y de esos movimientos sociales que Morales utilizó para justificar su “obligación” de eternizarse en el poder, el hastío ciudadano llegó a su clímax y comenzó a brotar como sangre de una herida que nunca logró cicatrizar. 

Hoy, a tres meses de asistir nuevamente a las urnas vemos que la constelación político-electoral ha cambiado diametralmente desde la renuncia de Evo Morales y el inicio del gobierno transitorio de Jeanine Añez. El empoderamiento ciudadano es una clave que los candidatos a la presidencia no pueden dejar de lado a la hora de solicitar el voto. Los 21 días de paro, los bloqueos, los estribillos, las marchas, las pititas y los cabildos no fueron un fenómeno coyuntural, sino el prodigioso fruto de un proceso de asimilación y de madurez de una ciudadanía cansada de ser irrespetada y ninguneada por un régimen que abusó del poder. Se ha gestado una comunidad fuertemente identificada con la democracia y la libertad, una comunidad que está en permanente alerta ante los sucesos políticos y los actores que definirán el futuro que le espera y que no permitirá más atropellos vengan del color político que vengan.

Economía, educación, salud y medioambiente son temas en los que el gobierno del MAS dejó su huella y cada uno de ellos es una tarea pendiente en nuestro país, sin embargo cada una de esas áreas desemboca inequívocamente en el “buen o mal vivir” de los ciudadanos; es por eso que recuperar la confianza de los electores debería ser el hilo conductor de las campañas proselitistas a las que nos someteremos como electores. Estamos saliendo de un trauma que aunque nos ha unido como comunidad, nos ha hecho profundamente desconfiados. La credibilidad del Estado y la de los políticos está en entredicho y nos hace ver –con toda razón– a los peores fantasmas del masismo reencarnados en los políticos que hoy aspiran a conducir las riendas del país.

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