Ana Rosa López Villegas*
Cuando era niña solía
acompañar a mi abuela al mercado Campero de Oruro para hacer las compras. Lo
que más me llamaba la atención era ver cómo la casera de las verduras pesaba la
papa con la romana. Me preguntaba cómo funcionaba aquel objeto descolorido de
metal que la vendedora colgaba en su dedo y cuyo marcador iba descendiendo de a
poco hasta marcar el peso. Me parecía magia. Ahora sé que cuánto más se carga
en el gancho, más se estira el resorte y por ende más baja la aguja que indica
el peso y que si se supera dicho peso, la romana puede echarse a perder, deja
de ser confiable y genera dudas sobre todo en el comprador. Conociendo estos
detalles de la balanza romana, es fácil imaginarse por qué no se la utilizó
como parte de la alegoría de la justicia que se conoce mundialmente. Esa de la
mujer con los ojos vendados que levanta una espada con la mano derecha y que
lleva una balanza clásica o de cruz en la mano izquierda.
Según las explicaciones
históricas y teóricas, la espada significa poder, es decir la fuerza que hace
que las decisiones de la justicia tengan poder coercitivo, se trata del poder
que hace cumplir dichas decisiones. La balanza, por su parte, se trata de un
símbolo que se remonta a los principios de la civilización humana y que ha
estado presente en la cultura egipcia, griega, romana y cristiana. La mitología
egipcia sostiene que los muertos eran enterrados o momificados sin corazón,
este órgano se mantenía aparte para poder ser pesado en una balanza de cruz
junto a la Pluma de la Verdad, que era una pluma de avestruz que representaba
las malas obras cometidas en la vida terrenal. Si el corazón pasaba la prueba y
pesaba más que la pluma, los dioses Osiris, Tot y Anubis permitían al alma
acceder al Yarú u otra vida. Si sucedía lo contrario y la pluma resultaba ser
más pesada que el corazón, se hacía presente el Devorador, un monstruo
espantoso, mezcla de león, cocodrilo e hipopótamo que se devoraba sin compasión
aquella parte del cuerpo. Esto podía considerarse como una especie de castigo
entre los egipcios, además de la desaparición del alma culpable, puesto que
dentro de la cosmovisión egipcia no existe la concepción del infierno.
Carezco de una formación
en leyes, pero considero que comprender que la justicia también pasa por el
básico principio de respetar las normas es una parte fundamental de ella y que
es un conocimiento al que todos puedes acceder porque es parte de nuestra vida
cotidiana. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar eso? ¿Por qué nos empecinamos
siempre en buscarle atajos a la ley, pasadizos secretos al cumplimiento de lo
establecido? Se supone que las normas y las reglas están hechas para alcanzar
una mejor convivencia basada en libertades, derechos y obligaciones y que el
infringirlas o irrespetarlas significa automáticamente hacerse pasible a un
castigo, de otra manera sería muy complicado poder construir una sociedad
mínimamente estable y justa. Que un grupo de personas con poca formación y que
han sido víctimas de un embrutecimiento caudillista y un secuestro ideológico por
casi 15 años sea incapaz de comprender estos fundamentos básicos de la justicia
en pleno siglo XXI, puede que no sorprenda, sin embargo, se trata igualmente de
un hecho alarmante. Que uno de los dos vocales de la Sala Constitucional Segunda
del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz haya votado a favor de la
postulación de Evo Morales como senador pese a que no cumple el requisito de
residencia permanente, es de por sí un guion de una película de terror.
Si tan enclenque es la
memoria de los administradores de justicia que olvidaron tan rápidamente todo
lo que Bolivia pasó entre octubre y noviembre de 2019, si no les interesa
revisar el sinfín de atropellos y abusos que el gobierno de Morales llevó a
cabo en todas las áreas del estado y a lo largo de sus 14 años de gobierno, si
tampoco quieren mirar hacia adelante y temer que el Devorador se levante otra
vez en Bolivia en caso de una habilitación ilegal del exmandatario como
candidato a legislador, ¿será mucho pedirles que solo cumplan su obligación y
se apeguen a la norma, que respeten la legalidad y honren la ley? ¿Que hagan
uso de los conocimientos del derecho que les permitieron estar sentados en el
lugar en el que están? La postulación de Morales es ilegal porque no cumple el
requisito de residencia permanente y punto final. ¿Hasta cuándo vamos a
permitir que la justicia en Bolivia sea una dama de cuya mano izquierda pende
una balanza romana en la que está enganchado el Movimiento al Socialismo (MAS)
y tirando del resorte sin vergüenza y por el contrario con un descaro que
insulta toda verdad? ¿Por qué tenemos que temer o dudar del jurista que vaya a
dirimir el entuerto de la candidatura ilegal de Morales dado el empate de votos
que se estableció en la Sala Constitucional sobre la misma? ¿Acaso no es ciega
la justicia? ¿No es imparcial?
Estamos a menos de 50
días de la realización de los comicios y todavía sumergidos en medio de una de
las peores crisis sanitarias de nuestra historia y por donde vemos acechan las
amenazas políticas y de desestabilización democrática. Si no se cumple la
norma, arderá el país y si se la incumple, también, ¿o creemos que los entregados
movimientos sociales permitirán tal afrenta en contra de su jefazo? Arder entre
dos fuegos no es el mejor augurio para un nuevo gobierno, pero nos queda el pequeño
fulgor de la duda y su beneficio y a ella nos arrimamos mientras esperamos que
la justicia se componga la venda de los ojos, el barbijo y sustituya a la
romana por una balanza de cruz.
* Comunicadora social
Twitter: @mivozmipalabra
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