Mi voz, mi palabra - Ana Rosa López Villegas

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¡Vamos a la "Schulstadt"!

el agosto 17, 2014

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LA COLUMNA ROTA - Resistir

Ana Rosa López Villegas* El silencio es uno de los mensajes más poderosos que conozco. También es un cómplice cruel. Por eso callar no puede ser una opción. En Bolivia callar es otorgarle a la infamia y a la iniquidad una oportunidad de reproducción, es como darles una roca para que sigan apedreando a la democracia, a la justicia y a la libertad. Hoy te escribo a ti, Carolina Ribera Añez, porque tu rostro sacudido de dolor, de indignación e impotencia me conmueve profundamente. Porque tus lágrimas; tu incansable y lastimero trajín en pos de justicia no me son indiferentes. Hoy me dirijo a ti, con la esperanza de que mis palabras te lleguen como un abrazo de consuelo. Como una voz de ánimo y de admiración. Como un bálsamo que alivie en algo el padecimiento que se te ve tatuado en los ojos y en las muecas de angustia en las que se han convertido tus expresiones. Te escribo como una hija que hubiese hecho hasta lo ...

Mi gusano pedagógico

No me falla la memoria. Cuando niña quería ser maestra. Por entonces no tenía mucha idea de lo que era la vocación. Me encantaba corregir los cuadernitos que me presentaba mi hermanita menor en nuestra escuelita imaginaria, preparaba dictados y me divertía escribiendo en la gran pizarra verde que alegró nuestros días de juego infantil. Mi abuela, Rosa Helena Guzmán de Villegas, fue maestra durante toda su vida, y me refiero a más de 30 años de servicio en una escuela fiscal de Oruro, el Colegio de Señoritas Donato Vásquez. Fue una excelente profesora, como me lo ratificó muchos años después una de sus alumnas. “Tu abuelita me enseñó a leer y a escribir”, me dijo y me llenó de orgullo y de nostalgia. Madre (de seis hijos), maestra (de muchas generaciones) y abuelita cariñosa como ninguna. Un poco de esa herencia corre por mis venas. Cuando me inicié como profesora de español en Alemania, lo hice un poco a ciegas, sin tener m...

Sirviente del Ladrón de Corazones

En no pocas ocasiones me pregunto por el significado de la fe y su relación con la religión que uno –ya sea por decisión propia o conferida en el bautismo– profesa. El misterio de Dios por un lado y la institucionalidad de una iglesia o un culto por el otro, no pueden verse ni entenderse como un sinónimo o como elementos inseparables. Me pregunto también si la fe que cada quien vive y el cómo la vive depende de su religión. Harold Mendoza es boliviano, nació en Cochabamba en un día como hoy hace 35 años. Practica el hinduismo desde hace varios años y en la entrevista que le concedió a Mi voz, mi palabra nos cuenta cómo se inició como devoto y las vivencias, cambios y aprendizajes que su fe le ha permitido vivir. Devotos. MVMP: ¿Cuándo y cómo te convertiste al hinduismo? ¿Eras católico antes de eso? ¿Por qué cambiaste? ¿Se puede hablar de conversión en tu caso? HM: Conocí el hinduismo en un proceso gradual durante mi niñez y adolescencia, cuando un amigo de mi madre me prestó...

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