Terapia post-fútbol

¿Por dónde empiezo? Tengo una tormenta de ideas que me empapa las ganas de escribir, de reaccionar, de aclarar, de explicar. ¿Sobre qué escribo primero? ¿Sobre la estupenda fiesta intercultural que el mundial de fútbol nos hace celebrar cada cuatro años? ¿Sobre el incontenible derrame histórico que gracias a o por culpa del mundial nos perdemos -¡qué alivio!- o queremos perdernos a lo largo de todo un mes? Un mes completo de sólo fútbol, de jabulanis caprichosas, de caras pintadas, de vuvuzuelas chillonas, de goles, de penales, de tarjetas rojas, de “púlpitos” certeros, de equipos nacionales de todo el mundo, de jugadores de millonarias piernas y de cientos de millones de ojos pegados a la pantalla en cualquier lugar.

Mejor asumir que el mundial es parte de la historia, aceptar que Alemania ha ganado un comentarista de fútbol genial con Oli Kahn, que Ballack tendrá que resignar su carrera de capitán en la próxima cita mundialista de Brasil 2014, que D1EG0 ha vuelto aunque se haya ido y que seguramente se quedará. Sólo algunos retazos de “la otra historia”, esa paralela envidiosa que no se detiene por el mundial ni por Mandela ni por el fútbol, me han hecho parpadear y mirar en otras direcciones a lo largo del mes futbolístico. Mientras 22 hombres corrían ilusionados y sudorosos tras las curvas de la jabulani en Sudáfrica, la selección portuguesa de escritores perdía a uno de sus mejores hombres, se nos fue Saramago, el Nobel, con su estilo único y su letra polémica; por la misma senda y casi pisándole los talones, el gran cronista mexicano, Carlos Monsiváis vio también la roja y tuvo que marcharse del campo vital; así nomás, sin lugar a reclamo. Siempre me pregunto por qué los futbolistas se obstinan con el réferi después de una expulsión que significa tanto como “estirar la bota” para irse del terreno de juego.

Y el fútbol seguía, con tres encuentros por fecha en la ronda inicial, mientras su majestad Victoria de Suecia le daba el sí a Daniel Westling en un domingo de cuento de hadas, de carruajes, pajes y escarchas. Y en sus medios tiempos de 15 minutos, el mundial también le cedió paso a la dramática elección del Bundespräsident, Christian Wulff en Alemania. La cara de alivio de Angie tras la tercera vuelta electoral… toda una poesía para los miembros de la Unión Demócrata Cristiana –CDU por su sigla en alemán– . “Miguel” no se quedó atrás, sus fanáticos en todo el mundo mundial –vuvuzuela en mano o sin ella– volvieron a bailarle el moonwalk recordando el primer año de su llorado fallecimiento. Nacimiento centenario el que otros fanáticos recordamos el 6 de julio apelando a la revolucionaria voluntad de Frida de nacer en 1910 y no tres años antes como señala la señora Historia.

Y en mis otras latitudes, las lejanas pero tan cercanas, el vacío post-fútbol y el ímpetu español de la recién ganada Copa de copas, han encendido los entrañables bigotes del vasco Azkargorta, el director técnico que llevó a Bolivia a su primera y hasta ahora única clasificación mundialista de fines del siglo XX y principios del XXI: USA 94. Este vasco nos quiere hacer soñar una vez más con la ilusión de un nuevo fútbol boliviano. ¡Qué lindo sería! Bolivia en el Brasil 2014. Cuatro años nos quedan por delante, esperando por un solo y único mes para olvidarnos de la Historia… de la otra Historia.

Comentarios

  1. Que bello es el futbol, la hinchada .. ir a alentar a tu equipo y/o país al estadio en las buenas y en las malas, lindos sentimientos :) saludos

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