Ana Rosa López Villegas*
Oscuro día para celebrar la declaración universal de los derechos
humanos en Bolivia. Oscuras horas las que se viven en un país en el que la justicia
ha sido secuestrada por un régimen que viola y manosea a su antojo los derechos
de los ciudadanos. Oscuras intenciones las de un gobierno excluyente que lo
único que hace es supurar odio y venganza. Que se afana con ímpetu siniestro en
perseguir a sus adversarios políticos hasta convertirlos en despojos. ¿Qué soeces
instintos sacia el Movimiento al Socialismo (MAS) con su enfermizo proceder? ¿Qué
contubernio apestoso sustenta con la bajeza de sus actos?
Oscuridad y tinieblas para la democracia, la justicia y la libertad en
un país gobernado por mentes extraviadas de toda razón y atisbo de
conmiseración. Hoy le tocó el turno a Marco Antonio Pumari, líder cívico
potosino. El gobierno le acusa de haber incitado a la población en 2019 y por
daños al patrimonio del estado. Cito textualmente al secretario general de la
Fiscalía General del Estado, Edwin Quispe: “Cumple aclarar que la detención del
señor Marco Antonio Pumari responde al proceso iniciado en 2019, en el mes de
octubre, cuando se produjeron los daños a la infraestructura del Tribunal
Electoral Departamental (TED) del departamento de Potosí. Lamentablemente
quienes irrumpen un estado de derecho con acciones y actitudes que rompen un
orden establecido, van contra la norma, el efecto es este, se abren las vías
constitucionales y procesales para realizar la persecución penal
correspondiente. Ni el Ministerio Público ni el Estado va a tolerar ninguna
afectación a bienes, patrimonio y sobre todo a la moral del Estado, como
sucedió en el caso de las acciones de 2019”.
¡Ay! ¡Cómo duele la impotencia!, como si fuera una piedra puntiaguda
clavada en la garganta. Todas las verdades han sido ultrajadas en Bolivia y
viven en amenaza constante de ser descuartizadas. Pumari fue detenido como si
se tratara de un delincuente peligroso, pero las docenas de vándalos desaforados
que quemaron 64 buses Puma Katari en La Paz el 10 de noviembre de 2019 gozan de
libertad, siguen en las calles como bombas de tiempo a las que solo les hace
falta una instrucción para volver a explotar y salir a gritar: ¡Ahora sí,
guerra civil!
Pumari está tras las rejas acusado de incitación, pero Evo Morales que
amenazó con sitiar las ciudades capitales para dejarlas sin alimento serpentea
a su antojo pavoneando su libertad. Sigue cacareando que fue golpe y no hubo
fraude y en su rol de titiritero del gobierno actual hace y deshace como le da
la gana.
Los verdaderos responsables de las masacres de Sacaba y Senkata tampoco
han pasado por el banquillo de los acusados. Siguen aplaudiendo desde sus trincheras
los desvaríos de un gobierno parapetado tras el absurdo y la ignorancia. Pero
Jeanine Añez ha pasado ya más de diez meses de encierro soportando que
irrespeten sus derechos y que pisoteen su dignidad.
Que el vicepresidente David Choquehuanca diga sin sonrojarse que “todo
tiene su límite” y que advierta que “no despierten la ira del inca” es la
muestra más vergonzosa de ignorancia e impostura, más aun viniendo de quien se
considera un líder indígena aymara. ¿No sabe Choquehuanca que a mediados del
siglo XV los incas conquistaron los señoríos aymaras? Los incas apelaron a la "violencia
ideológica como fórmula de integración de comunidades periféricas que quedaban
muy distantes de la capital inca y que probablemente se rebelaban o resistían
la asimilación”, al menos esa es la conclusión de la investigación dirigida por
el arqueólogo Francisco Garrido y la antropóloga física Catalina Morales, ambos
del Museo Nacional de Historia Natural de Chile (MNHN). Que los incas aniquilaran
adversarios por un puro placer político y convirtieran su ira en una amenaza a
través de los siglos no está en los registros de la historia. Pero claro, las
palabras registros e historia están vetadas en el vocabulario y el quehacer
masista. Así que Choquehuanca, el aymara con ínfulas de ira incaica, solo puede
dar pena, una pena descomunal.
Para no quedarse atrás con las patrañas de ascendencia precolombina, el
presidente Luis Arce aseguró, por su parte, pertenecer a los nietos de Tupac
Katari y de Bartolina Sisa. También lo dijo sin titubear y frente a más de
10.000 personas reunidas en la plaza principal de Peñas, poblado en el que fue
descuartizado el indígena Tupak Katari hace ya 240 años. Preocupa que la mente del
nieto de Katari y Bartolina divague en el pasado de manera patológica, anulándose
por completo de la realidad que a gritos exige un líder que sea capaz de
desempolvar el presente y al menos pretender diseñar un futuro para Bolivia.
No. No podemos agachar la cabeza. Tal como dijo Pumari mientras era
injustamente conducido a su encierro. Ni agachar la cabeza ni callar, porque “todo
tiene su límite”, ¿no es verdad, señor vicepresidente? Y todo acto de injusticia
y violación de los derechos tiene una consecuencia, así como la que protagonizamos
los bolivianos en octubre de 2019. Tuvieron que pasar 14 años para que dijéramos
basta. Luis Arce y David Choquehuanca están haciendo todos los méritos que se
necesitan para romper el récord impuesto por el régimen tirano de Morales y ellos
sabrán que “tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”. La
oscuridad también terminará.
* Comunicadora social
Twitter: @mivozmipalabra
Instagram: @misletrasmislibros
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