¿Qué vamos a hacer?

Foto tomada de BBC Mundo

Se abre paso Marzo a empellones. Intenta sacudirse la tormenta de lágrimas y de angustias en las que Febrero enterró a La Paz. Se cae el cielo, se cae La Paz. Terremoto silencioso, largo, tedioso, impredecible. ¿Qué te han hecho Pachamama? ¿Por que se ensaña la Naturaleza con el Hombre? ¿Quién se ensañó primero contra quién? El deslizamiento de tierra arrasó en pocas horas con años de esfuerzo, de trabajo, de sacrificio depositados en una radio, una cama, un juego de comedor. Somos testigos -algunos presenciales, otros televidentes- del mayor desastre natural, social y material de los últimos años en la sede de gobierno de Bolivia. El todo de mucha gente se ha ido por la sima, boquete de tierra húmeda y azarosa, bocaza  movediza y hambrienta de desesperación. Y llovía sin cesar, sin dar tregua a la alcantarilla; a cántaros, a mares llovía. Aguaceros turbios, implacables, malagüeros. Los ríos se pusieron gordos y las entrañas reventaron. La tierra estaba dispuesta a cambiar de rumbos y no le importó nada venirse abajo; de calladita, casi sin avisar. Se hizo de escombros, de tragedias que pasman y así bien cargada se mudó hacia abajo para descansar. Crujieron sólo los muros, los suelos, los cerros. No hubo caso de salvar las ollas, ni las pocas ropas, ni las frazadas, ni las cebollas del ahogado. 

Parece una pesadilla y lo peor es que no lo es. Despiertan los damnificados que hasta el sábado 26 de frebrero tenían un hogar, un techo y cuatro paredes para continuar y se dan cuenta de la triste evidencia. Es la pura realidad, la verdad derrumbada, la mega certidumbre de 5000 paceños, 1300 familias que se han quedado en la calle, que lo han perdido todo incluso la fuerza para resignarse. Lástima que sean siempre los más pobres, los más humildes, los que más se parten el lomo –textual– para sacar adelante a sus familias, para intentar cada día inventarse un futuro mejor. 

Se caen de a pedazos lo sueños de muchos. Hay niños pequeños que no entienden lo que pasa, no saben por qué llora su mamá. De súbito cambian de morada, duermen en las aulas de un colegio, en las carpas de un albergue, en los colchones escasos de un refugio, pasan frío y tal vez hambre, sed sin agua –qué absurda ironía–. Grietas, fisuras, hendiduras de carnaval. Y no cabe duda de que el sábado que viene en La Paz también se festejará. Impotencia, borrachera, bronca, pepino y serpentina. ¿Qué vamos a hacer? Hasta estallar se pueden llenar de donaciones las instalaciones de la Biblioteca Municipal y ojalá que así sea, que inunde ahora la solidaridad. Pero quién les va a bordar a los miles de daminificados un disfraz de tranquilidad. Lo único que pueden es llorar y dan ganas de hacerlo con ellos, de abrazarlos quizás, dándoles un pésame sin muerto. Otra vez paciencia, otra vez esperar, sin casa, sin nada... ojalá que muy en el fondo unas cuantas ganas de recomenzar, porque la vida continúa y sigue. Febrero, febrero ya te queremos olvidar.

Comentarios

  1. Lo que se vive en La Paz parece sacado de una película de horror, algunos intentan buscar culpables, culpables no hay, ni la naturaleza ni el hombre, no los hay. Pasó con los más humildes, siempre pasa con los más humildes, hay gente que se cansó de llorar, ya no les quedan lágrimas y sólo un quejido casi inhumano les sale por los labios.

    El tiempo se detuvo, la vida se detuvo para muchos que sentados miraban atónitos como se les iba el alma en un suspiro, niños que salían con la mirada perdida y el desconcierto en esos ojos aún inocentes. Un zapatero llora porque se le quedaron los banquitos para sentarse, pide que rescaten uno, uno solo para poder seguir trabajando, ya no tiene lágrimas, las arrugas se vuelven más humanas, el cabello sucio por la tierra.

    No hay culpables, culpables somos todos, no hay culpables.

    La vida sigue, los niños juegan en los albergues, las madres buscan alimento, piden solidaridad y ésta llega de miles de paceños que se agrupan dejando lo poco que tienen, no hay clases sociales, no hay ironías humanas.

    Los periódicos relatan en sus crónicas el paso a paso del derrumbe, lástima que no puedan reflejar el dolor de miles de bolivianos, las palabras no alcanzan, aún no se han inventado un par de palabras que reflejen el dolor que sentimos. Los que estamos lejos tenemos el corazón maltrecho, no baste el aire, algo de nosotros se ha ido y por mucho tiempo no volverá.

    Saludos

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  2. De nada sirve olvidar febrero cuando las heridas quedan grabadas en la mente con sangre de desesperación y angustia.

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  3. Mi querido asesino:
    tampoco me quedan más palabras.

    La Malquerida:
    Tienes tanta razón... pero nada queda sino intentarlo.

    Un abrazo,
    Ana Rosa

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  4. Tiendo a creer que al igual que en Haití o en China, la mano del hombre podría estar detrás de sismos en otros países cuyos gobiernos, por regla general, no son del agrado del Imperio yanqui. La invito, Ana Rosa, a buscar en Internet la palabra "HAARP". No digo que de momento no se pueda hablar sino de hipótesis mías y de algunos "conspiranoicos" más. Pero por reflexionar, que no quede. Bolivia es un país rebelde y por eso creo que en este caso no está de más sospechar.

    Por otra parte, gente que vive en Chile y con la que me comunico frecuentemente dicen que sintieron réplicas en su país. Normal, el epicentro estaba en su vecina boliviana.

    Ánimos desde aquí para el bravo pueblo de Bolivia, y deseo que fluya la solidaridad internacional para ayudar todo lo que se pueda en estos difíciles momentos.

    Cordiales saludos desde Andalucía.

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  5. Estimado R.A.F.A.E.L.:
    El comentario es inquietante realmente. Buscaré la palabra mencionada. Gracias por la visita.
    Saludos,
    Ana Rosa

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