¡Taxiii, taxiii!

Algunas definiciones imprescindibles para leer lo que sigue:

Taxi: “El taxi es un vehículo de alquiler con conductor (taxista) que se utiliza en el servicio de transporte de uno o un grupo pequeño de pasajeros por contrato. Usualmente, en modos de transporte público, los lugares donde se recoge y se deja al pasajero se deciden por el proveedor (oferente), mientras que en el caso del taxi, el usuario (demandante) los determina. Es decir, a diferencia de los otros tipos de transporte público, como son las líneas del metro, tranvía o del autobús, el servicio ofrecido por el taxi se caracteriza por ser puerta a puerta. La palabra «Taxi», según el Diccionario de la Real Academia Española, es una forma abreviada de la palabra «taxímetro», que a su vez deriva del griego τάξις, «tasa» y el griego μέτρον, que significa «medida».

Foto: Martín Sánchez

Si alguien cree que ser taxista es fácil, pues se equivoca rotundamente. Ser taxista es el oficio más difícil y sacrificado del mundo. Ojo, que yo me refiero a los taxistas de verdad, a esos que recorren las arterias de las ciudades sin sistema de radio de  por medio, sin llamada, sin centrales, sin idiomas raros (QRH positivo, me dirijo al lugar), sin dirección previamente acordada. Yo me refiero a los abnegados sicarios… ¡perdón! conductores que día a día se mueven en sus motorizados transportando a la gente que necesita llegar con cierta premura a un destino determinado. 

Para ser más exacta, me refiero a los taxistas de la urbe paceña, esos que llevan pasajeros solamente adonde se les pega la regalada gana. ¿Creen que exagero? He aquí una breve lista de consejitos para quienes se animen a viajar en taxi en la sede de gobierno de Bolivia.

Para comenzar, usted hace parar un taxi, ni se le ocurra subir sin preguntar primero al amable conductor si puede llevarlo o no. ¿No le parece de lo más original? ¿O creía usted que el taxi está a su disposición? Puede que esto no ocurra en ninguna otra parte del planeta, así que ¡disfrútelo!

Una vez que pregunte, tendrá usted que esperar –pese a toda la prisa que lleve– la reacción del taxista a quien no le hace falta un GPS ni un mapa para orientarse a la velocidad de un rayo. Envidiable, ¿no le parece? Después de una corta mirada a los ojos, puede que el taxista ladee la cabeza ya sin mirarlo –y esto es una señal inequívoca de que ha tenido usted pésima suerte– y le responda: “Uh, no, estoy yendo a otro lado” (un taxista que sabe adónde quiere ir, un taxista con personalidad infranqueable, ¡bravo!) o “No se puede, hay trancadera” (un conductor que además le está ofreciendo valiosísima información sobre la situación del tráfico vehicular a esa hora, ¡agradézcaselo!), o (mueca de dolor supremo de por medio) “No, muy arriba” (un chofer modesto al que no le gustan las alturas, por favor ¡admírelo!). En el peor de los casos, el señor conductor pisará el acelerador sin siquiera mirarlo y lo dejará con los crespos hechos, las prisas a flor de piel y los improperios tropezándose en la punta de su lengua. Si resulta que usted ha dado en el blanco y coincide con la regalada gana del conductor, el taxista le dirá diligente: “Pase, pase nomás”. ¡Albricias! 

Una vez en el taxi y camino a su destino, usted tiene dos o hasta tres posibilidades de comunicación con el taxista. Puede que le toque un hombre dicharachero y bonachón que le cuente hasta el último detalle de su vida y la de su mujer, y que se despida de usted regalándole una estampita del Sagrado Corazón y ofreciéndole la divina bendición (sé que existen, doy fe). O puede que le toque la reencarnación barbuda del ermitaño de las montañas, ese que no emite más que gruñidos y le extiende la mano una cuadra antes de su destino con tal de que usted no se baje sin pagarle lo que se merece (también doy fe). O la tercera variante, el conductor que después de haberle dado permiso de subir a su supercoche, indaga con mayor interés sobre las coordenadas de su destino y a menos de una cuadra, frena y rapidito le pide que desaloje su bólido porque resulta que la dirección no es de su total agrado ni conveniencia (doy fe).

Ahora bien, cuando llega el momento de pagar, observe usted que si le paga al conductor una carrera de 3 Bs con un billete de 20 Bs, estará metiéndose en mayúsculo lío. El taxista le increpará la falta de delicadeza que tuvo usted al no preguntar antes de subir si habría cambio de 20. ¿Qué le parece? Por eso tome en cuenta este sabio consejo. Tome un taxi cuando NO lo necesite y antes de subirse, pregúntele al taxista sin reparo alguno: “Buenas, maestrito. ¿Adónde quisiera llevarme?”

Comentarios

  1. Totalmente cierto. Como paceño de nacimiento, DOY FE. Aunque también me da total indignación y una gran vergüenza ajena, pero contra la mentalidad de los taxistas NADA PUEDE HACERSE.

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  2. Me hiciste recordar a un taxista con el que me encontré en varias oportunidades en horario nocturno; de unos 50 años aprox. bastante corpulento, mostacho gris, voz de cronner, una bola de coca en la boca, otra bolsita de repuesto en la guantera, un cigarrillo sin filtro en los labios y con las ventanas delanteras gentilemente abiertas para dispersar el fuerte tabaco, pensando en la molestia que podría ocasionar en su clientela, a pesar del frio clima paceño.

    Conversación nunca le faltaba: que trabajaba sólo en de noche, que en el día era un desastre el tráfico y lo ganado alcanzaba para la gasolina y además en forma primicial te comentaba que desde la próxima semana su gremio había decidido bajar 50 cts. la tarifa; imagínate la alegría y la espera a la comunicación oficial, pasaban los días y nunca se daba la sui generis rebaja. Vez que nos encontrábamos, cual fuera un desconocido (para mi ya no) el maestrito me volvía a dar la gran primicia.

    Será que ya no trabajó hasta muy tarde pero no volví a encontrarme con este singular personaje.

    Gracias por motivar la memoria

    @tinchez

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  3. La solución definitiva es un servicio de transporte masivo, Medellín es un buen ejemplo de ello.

    Slds.

    @mmedinaceli

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  4. Quién sabe si Medellín, Buenos Aires o New York son un buen ejemplo, pero La Paz con todas sus subidas y bajadas, Calles angostas, semáforos que trabajan hasta determinadas horas de la noche y después salvése quien pueda...díficil cristalizar ese sueño dorado, se necesita una educación víal profunda..."La solución definitiva es un servicio de transporte masivo" de acuerdo, Ana Rosa gracias por tu Post, me reconforta leer tus Post y ver la foto de Martín ...El Prado esquina Calle Colombia

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  5. Sin olvidar al "tachero sabelotodo" que no duda en contarte que es profesional y que se conoce varios países, pero por culpa del gobierno y demases etcéteras termino siendo un tachero frustrado y pretende bajarte la moral de algún modo, me paso un par de veces yendo a la Universidad. de todas formas mis respetos a todos ellos :)

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  6. Querido Chesco:
    Ciertamente indigna, habrá que darle la vuelta al asunto y ofrecerlo como atractivo turístico de la sede de gobierno.

    Martín:
    Me han tocado también los que tienen aroma a coca y a otras cositas ;) Gracias por tu comentario. Un abrazo.

    Mmedinacelli:
    Ya me pusiste curiosa, voy a investigar en Medellín. Gracias por tu visita.

    Querido Ale:
    Sí, educación vial se necesita y en eso andan las cebritas que todos los días no sólo nos divierten, sino que nos educan. Son bellas, ya las conocerás en persona y rayas un día de estos :)

    Hola Leomivaz:
    Seguro que hay muchos ejemplares dignos de admiración. Sé de algunos chóferes que tienen un título universitario que lastimosamente de poco les sirve.

    Gracias a todos por dejar su huella aquí. Un abrazo.

    Ana Rosa

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  7. me recordaste a un amigo que tengo que es trufista y me dijo un día "yo solo trabajo con linea, porque sino es mucho lío", tampoco me interesó saber sus razones, jeje, pero creo que habría que saber qué situaciones tuvieron que pasar los taxistas para que reaccionen así... o será simplemente por cultura, que así siempre tiene que ser un taxista? habría que entrevistar (interrogar) a algunos ;) saludos!!! y muy interesante el post :D

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  8. Hola Gabo:
    ¿Viste? Interesantes los "maestritos" con los que tenemos que convivir. Gracias por tu visita.
    Ana Rosa

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