¿Qué vamos a hacer hoy?



Ni bien entro al aula se me acerca Rania y muy seria me pregunta: Ana, ¿qué vamos a hacer hoy? La miro y me pongo un poco nerviosa, ella tiene apenas 6 años y quiere saber –con todo derecho– cómo voy a ocupar los próximos 45 minutos de su vida escolar. Que yo recuerde, mi primer año en lo que en mis tiempos se llamaba ciclo básico, no paso de ser una nebulosa de palotes, círculos, dibujitos y el libro de lectura Alma de niño de Gladys Rivero de Jiménez; poco o nada me importaba saber qué tenía planeado la profe Alia para la clase. 

La de hoy es sin duda, otra generación, una generación de niñ@s despiertísim@s, inquiet@s, algun@s necesitad@s de límites y orientación; otr@s –l@s menos– independientes y dispuestos a aprender por su cuenta . Esta generación tiene a su disposición un sinfín de puertas  y ventanas de información e influencias que tanto a padres, madres como a maestr@s nos cuesta controlar. El Ratón Pérez, el Hada de los Dientes, el Conejo de Pascua y todos los guardianes de la niñez tienen un desafío mayúsculo que no es solo el de habitar en el imaginario infantil, sino el de permanecer allí la mayor cantidad de tiempo posible.

Ser maestra –en estos o en los otros tiempos– demanda esfuerzo, dedicación y sobre todo un alto grado de sensibilidad que va más allá de enternecerse con un grupo de niñ@s que juguetean con el lapiz o el tajador. Se trata de aguzar los sentidos para detectar dificultades de aprendizaje o las razones de ciertos comportamientos que fácilmente se confunden con indisciplina y malcriadez; se trata de medir las palabras y el peso de éstas en el corazón y la cabeza de un/a pequeñ@.

Llevo apenas un año como maestra de alemán en primaria y son tantas las vivencias acumuladas que me resulta difícil resumirlas en solo una entrada de blog; pero puedo expresar en unas cuantas palabras lo que he visto imprescindible, se llama información. No es en vano que en muchos establecimientos se haya introducido el manejo de una agenda en la que l@s estudiantes anoten tareas y fechas de exámenes o en la que l@s profesores escriban notas dirigidas a los padres de familia. Ahora reconozco el valor de un libro de clases o la anotación oportuna de ciertos acontecimientos en el aula. Cuando yo estuve en primaria, mi mamá se comunicaba con los profesores cuando era realmente necesario, por ejemplo cuando la profe Alia le dijo que ya estaba bueno de que me pusiera a bailar sobre los pupitres; hoy en día sin embargo, los padres necesitan tener mayor información sobre las actividades que realizan sus hij@s en el colegio, en teoría es a partir de esa información que se genera la comunicación entre padres e hijos; así debería funcionar.

Ser maestra en estos tiempos en el que el respeto escasea también es un desafío y en mi caso una aventura que apenas acaba de comenzar. Feliz Día Maestros y Maestras, que no se les olvide que nosotros formamos parte de la trilogía inseparable padre/madre – maestro – estudiante; que hay una diferencia entre querer enseñar y querer que el otro aprenda y que la educación definitivamente comienza en casa.

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