Nos gusta
jugar con el „que hubiese pasado si...”. Lo cierto es que no pasó y un (hasta ahora presunto) 60% lo demuestra. La sopresa con la
que tanto se llenó la boca Jorge Quiroga la dio al final de cuentas el Partido
Verde de Fernando Vargas y Margot Soria. Los verdes desahuciaron así también a
los sin miedo en un carrera electoral que, aunque pequeña, es carrera al fin. Un
minúsculo poder verde germina. Así empezó hace casi 15 años un minúsculo poder
cocalero y ya estamos viendo sus frutos. Sabremos esperar.
Nos tienta
decir que lo hizo de mala fe. Que la aparición de Quiroga con su disparatada
candidatura a pocos días del cierre de inscripción de siglas y candidatos
terminó por deformar la ya malformada oposición. Al MAS le quedan ahora cinco
años por delante, cinco años más. La buena hada Flora le desearía que deje el
papel de verdugo, de ególatra y que desempolve las abarcas de caucho que el
cocalero hacia rechinar cuando caminaba por los pasillos del parlamento. Pero
la buena hada Flora no existe más que en los cuentos de hadas y este es un país
de más de 10 millones de habitantes de carne, hueso y realidad.
Para la
oposición es un lustro que debería asumir como una oportunidad de oro para
reinventarse. Juan del Granado ha dado el primer paso, ha anunciado su retiro
de las lides electorales. Afirma que el Movimiento Sin Miedo no es un proyecto
electoral sino un proyecto de país y que es hora de dar lugar a nuevos
liderazgos. Hemos aprendido la lección, la durísima lección que los viejos
estructuralistas MNR, MIR y ADN se negaron a asumir.
Nos
gustaría una oposición que nos ilusione, que nos haga pensar que de verdad hay
una esperanza. Por lo menos nos gustaría una oposición unida, que fiscalice,
que controle, que proponga, que nos enamore. No es poco lo que alcanzó Samuel
Doria Medina, pero tampoco es suficiente y está visto que con carajos incluidos
y frases de #hashtag no va a poder llegar muy lejos. Lo que todos sus millones
siguen sin conseguir, es sentarlo en la silla que ahora ocupará por tercera vez
consecutiva Evo Morales.
El voto del
Beni fue digno. No podíamos esperar otra actitud después de lo que este
gobierno le hizo. El voto de Santa Cruz fue pragmático, no jugaron ningún papel
ni los principios ni los dramas. En el resto del país, el voto era lo que se
esperaba, lo que el partido de gobierno esperaba y a lo que apuntó durante toda
su campaña.
También nos
toca reinventarnos como ciudadanos y ciudadanas, especialmente aquell@s que ya
no tienen más vestiduras que rasgarse. La vida continua, Bolivia sigue y nuestras
cotidianas luchas no se detendrán.
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