El altiplano boliviano es una extensa región custodiada por varias
cadenas montañosas que le dan un aspecto poco acogedor. Sin embargo el
altiplano boliviano es también el celoso guardián de verdaderas obras de arte y
joyas culturales que se encuentran resguardadas en pueblos tan pequeños como el
de Curahuara de Carangas en el departamento de Oruro. Curahuara de Carangas es
una población ubicada a unos 228 kilómetros hacia el Sur de la ciudad de La Paz.
Una muestra de esta invaluable herencia histórica dispersa en el altiplano es
–sin duda alguna– la llamada Capilla Sixtina del Altiplano, una iglesia cuya
construcción data del año 1608.
A Curahuara de Carangas es posible llegar en menos de tres horas desde
la ciudad de La Paz. Se viaja por la carretera asfaltada y ahora doble vía que
une La Paz y Oruro; al llegar a la población de Patacamaya se gira a la derecha
en dirección hacia Chile (Tambo Quemado). “Después de unos 110 km se ve
Curahuara de Carangas”
y por detrás el impresionante pico Sajama (6542 m), uno de los más elevados de
Bolivia.
Curahuara de Carangas “tiene una historia indígena muy rica, fue uno de
los señoríos aimaras antes del período de los Incas. Según una leyenda, la
batalla final entre aimaras y las tropas de Tupac Inca Yupanqui fue en la
Pucara Monterani, una fortaleza en la montaña ubicada a un kilómetro de
Curahuara. El Inca declaró su victoria plantando su bastón de oro en la cima de
la Pucara. Ese bastón se llamó “kori wara” que fue castellanizado con el nombre
de Curahuara (Bastón de Oro)”.
Mientras vamos ingresando al pueblito lo primero que asalta nuestra
mirada y que despierta nuestras sonrisas
es un letrero pintado sobre una pared que dice “Evo presidente por siempre”. El
pueblo es muy pequeño y pronto encontramos la iglesia apostada en una de las
esquinas de la plaza principal. La capilla no se encuentra habitualmente
abierta, para poder visitarla es necesario buscar al párroco de la iglesia o a
las personas encargadas de abrir el santuario. Durante nuestra visita sin
embargo, el padre Slawek no se encontraba en la casa parroquial, así fue que
recurrimos al sargento Yucra para que nos permitiera visitar la capilla.
Vista desde afuera, la iglesia ofrece un aspecto más bien humilde en el
que destaca el color blanco, las paredes de adobe y el techo de paja. Al
abrirse las puertas de la capilla se escapa desde dentro el aroma dulzón del
tiempo y el incienso. Ni bien entramos en la
nave principal las imágenes y los colores que decoran todas las paredes
y el amplio techo de la iglesia comienzan a tomar vida para invitarnos a dar un
paseo a través de pasajes bíblicos del antiguo testamento, allí vemos por
ejemplo el Juicio Final, el Nacimiento de Jesús, la Última Cena, la Expulsión
de Adán y Eva, el Arca de Noé y otros.
“En la nave, en el baptisterio y en la sacristía se encuentra el
conjunto más amplio y en parte más antiguo, de pintura mural de toda Bolivia.
De ahí viene el nombre de Capilla Sixtina del Altiplano”,
además porque se considera como una réplica de la capilla del Vaticano. El
púlpito data del año 1608 así como dos de los retablos de piedra del dentro del
presbiterio. Nada más hace falta mirar hacia el techo para seguir admirando la
belleza de la pintura mural con la que se encuentra decorado: se trata de un
cielo estrellado en el que destacan las imágenes de los doce apóstoles. “La
iglesia está llena de referencias a las creencias prehispánicas”.
Especialmente sugerentes son las pinturas de flores, pájaros y ángeles en los
que destaca el color rojo, una tonalidad que parece haberse escapado de los
cerros que rodean a Curahuara de Carangas.
“La iglesia es considerada por la historiadora boliviana Teresa Gisbert
como uno de los catorce monumentos históricos más importantes de la época
virreinal. Fue construida en el siglo XVI, al parecer por decisión de la orden
de lo Agustinos, quienes en ese entonces cumplían la misión de evangelizar a
los indígenas de la región”.
Resulta muy difícil dejar de admirar cada una de las pinturas plasmadas
en las paredes de la iglesia, están llenas de detalles atractivos, vívidos y
tan elaborados que parecen estar animados y dispuestos a moverse en cualquier
momento.
Al salir de la iglesia nuestras pupilas tienen que lidiar nuevamente con
el gris del cielo y el blanco de la fachada. El frío se siente y corta la piel
de las mejillas sin que uno se dé cuenta.
Separada de la iglesia y como construcción aparte se encuentra la torre
mayor de la Capilla Sixtina del Altiplano, mide aproximadamente 18 metros de
alto. Es una edificación de cuatro niveles en cuya cúpula superior todavía se
conservan campanas de bronce.
Después de casi diez horas de excursión retornamos a la ciudad del
Illimani y nos queda el recuerdo de la infinita tranquilidad de Curahuara de
Carangas y de los pájaros, las flores y los ángeles que custodian las paredes
de la Capilla Sixtina del Altiplano.
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