Último día en la Primaria
del Bosquecillo de Robles. Fin de mi retiro pedagógico, vuelvo a casa.
Hoy la escuela celebró el
primer adviento. Todos los niños de la
escuela se acomodaron en el pasillo de la entrada y en las gradas. Mi clase de
español inició la celebración con la canción
que veníamos preparando desde hace dos semanas más o menos. Fue lindo verlos cantar e
interpretar la pequeña escena de nacimiento
viviente que organizaron ellos mismos. Me tocó agradecer a todos los niños y a los colegas por el tiempo que me
obsequiaron durante estas tres semanas. Fue un momento muy lindo y emocionante.
Durante el resto de la mañana me acerqué a cada curso para despedirme. Los
niños se mostraron cariñosos y más de uno me dijo que me extrañaría, otros me preguntaron si volvería el próximo
año, otros me abrazaron. La clase de
Christiane me preparó un lindísima presentación musical de despedida y un sobre
en el cada niño me escribió un pequeño texto de
despedida y un dibujo.
El queque de quinua que
Christiane y yo horneamos ayer para compartirlo hoy con los colegas salió bien
y aunque su sabor no es usual, o por lo menos no es al que están acostumbrados,
los colegas lo probaron; pero más tarde fueron los niños
los que acabaron con él. Muy pocos saben qué es la quinua y todo lo que puede
prepararse con ella.
Antes de las tres de la
tarde un grupo de niños me esperó en la
puerta para darme otro abrazo de despedida y unos regalitos. Me fui sonriente,
agradecida y emocionada. Hasborn quedó atrás con sus 600 habitantes, en mi
corazón quedarán los 98 niños y los siete
maestros de la primaria del Bosquecillo de Robles que me abrieron las puertas
de sus aulas y que compartieron conmigo este tiempo.
Tras
cuatro horas batallando con mis maletas, por fin puedo verlas cerradas y listas
para marchar. Último día en la Primaria del Bosquecillo de Robles. Fin de mi
retiro pedagógico, vuelvo a casa.
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