Viernes. Hoy cumplo catorce
días laborales en la primaria del Bosquecillo de los Robles en Alemania. Mi
cálculo global indica que he pasado ya unas 80 horas compartiendo con colegas,
educadoras y alumnos en la escuela. A la fecha he pasado un día completo de
clases con cada uno de los cursos de la primaria; seis en total. En algunos
casos he pasado más tiempo, en el cuarto grado por ejemplo. He impartido hasta
ahora cuatro clases de Landeskunde sobre Bolivia y ocho clases de español. Mis
ansias de volver no tienen cálculo posible.
Esta mañana la oscuridad era
plena cuando salimos de casa de Christiane para ir al colegio. La lluvia fue
persistente durante todo el día, así que los niños tuvieron que apegarse a la
Regenpause (recreo de lluvia) y permanecer en sus aulas durante 20 largos
minutos.
Hoy enfoqué mis
observaciones de campo en las clases de inglés como lengua extranjera. En
Alemania los niños aprenden inglés como lengua extranjera desde el primer
grado, por lo menos en la mayoría de las escuelas públicas. En la primaria am
Eichenhain las clases de inglés se imparten solo una vez a la semana, lo cual
–según Christiane, du directora–, es muy poco para poder aprender una lengua
extranjera de manera aceptable. Comparto el criterio. Las profesoras que dan
inglés son también las jefas de curso, y en el caso de Christiane, ella da
clases de inglés en su curso y en el segundo grado. En las clases que ví hoy
pude identificarme bastante con la metodología que se utiliza y definitivamente
estas horas de idioma son mucho más dinámicas que las clases de otras materias.
Como lo escribí hace un par de días, habrá que probar con otras materias. Hasta
ahora mi experiencia docente a abarcado el área de la enseñanza del alemán o
del español como lenguas extranjeras.
De vuelta
en casa esperaba poderme encontrar con un paisano orureño con el que había
quedado ayer para hoy, lastimosamente no se pudo, pero de todas maneras
disfruté de los waffles calientitos y sabrosos que hizo Christiane para la hora
del té. Más tarde habrá pizza hecha también por ella, desde la masa y entre
tanto he colgado ya mi ropa recién lavada, le he mostrado unos cuantos pasos de
tango a la sonriente Christiane y sigo intentando inventar un atuendo para
mañana en la noche, puesto que mis anfitriones me invitaron a una gala (no
dejarse obnubilar por la palabra) de baile en Trier, la ciudad más „grande“ y cercana
a Salmtal. Veremos.
Solución: Trigo (Weizen), centeno (Roggen), cebada (Gerste), Avena (Hafer).
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