La columna rota


Soñar no cuesta nada

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¿Qué candidato tiene ventaja electoral para las elecciones generales que se llevarán a cabo el próximo 3 de mayo en Bolivia? Las prematuras encuestas que se han hecho públicas en algunos medios de comunicación a lo largo de las últimas semanas señalan que el candidato todavía desconocido del Movimiento al Socialismo (MAS) y Carlos Mesa, candidato de la agrupación política Comunidad Ciudadana (CC) ocuparían los primeros lugares. Si bien Tuto Quiroga, Fernando Camacho, Marco Pumari y el excandidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC), el ciudadano de origen coreano Chi Hyun Chung han anunciado que también se presentarán como candidatos a la presidencia del país, se trata de actores que no cuentan aún con un partido político de respaldo, requisito sine qua non para hacer viable su participación en los comicios electorales, de otra manera sus intenciones podrían fracasar incluso antes de llegar a las urnas.

Con el tiempo en su contra, estos “candidatos a candidatos” tienen como única opción la de representar a alguna sigla política ya existente o a una alianza partidaria que tomara el desafío o el riesgo de presentarlos como tales. En este sentido, las sorpresas no tardarán mucho en salir a lucirse, pues según el calendario electoral que dio a conocer el Tribunal Supremo Electoral, la fecha límite para inscribir alianzas partidarias es el 25 de enero, mientras que el plazo para inscribir a los candidatos es hasta el 3 de febrero. Es decir que estamos a menos de 20 días de conocer de manera oficial a los hombres y ojalá mujeres, que quieran gobernar Bolivia durante los próximos 5 años.

El sistema político-electoral boliviano no considera la figura de candidaturas independientes para las elecciones presidenciales. El único acercamiento, sin embargo superficial a este tipo de participación electoral es el de los diputados uninominales. Algunos de estos candidatos, incluso en el pasado, han asegurado no pertenecer directamente a un partido político y que su único interés es el desarrollo y representación de sus regiones. La partidocracia a la que se adscribe nuestra norma electoral obliga de igual manera, a que estos uninominales aparezcan en la papeleta de sufragio como representantes regionales bajo una sigla política, sin excepción alguna.

En muchos otros países de la región tales como Ecuador, Chile, México o Paraguay se toma en cuenta la posibilidad de candidatear de manera independiente. Especialmente en México se han dado incluso casos de candidatos que han ganado ciertos comicios municipales sin necesidad de un partido político. En Chile, un candidato independiente puede postularse incorporándose a una alianza partidaria o compitiendo de manera individual con el apoyo de un número específico de personas. En el caso de Paraguay, el candidato independiente debe poder demostrar que no tiene ningún tipo de afiliación político-partidaria. Si nos vamos un poco más lejos, tenemos el caso del presidente francés Emmanuel Macron que logró ganar las elecciones presidenciales de 2017 siendo candidato independiente y como representante del movimiento político denominado En Marcha que él mismo creó el año 2016. Es solo una referencia, pues en Bolivia en particular, apenas conseguimos mantener una maltrecha democracia que ni siquiera ha llegado al medio siglo de vida.

 ¿Y quiénes son considerados como candidatos independientes? Por lo general cualquier ciudadano o ciudadana sin militancia político-partidaria (comprobada) y que en teoría, busca un camino alternativo y “limpio” para acceder al poder sin el lastre de corrupción, falta de credibilidad y desencanto que los partidos políticos tradicionales representan. Los candidatos independientes pueden ser outsiders, es decir que no tienen experiencia en la arena política y pública, puesto que nunca antes han ejercido ningún cargo de ese tipo. Sería el caso de Camacho y Pumari que vienen de ser líderes cívicos en sus respectivas regiones; así como el caso de Chi, a quien tampoco se le conoce actividad política anterior a las elecciones fraudulentas del pasado 20 de octubre de 2019. Sin embargo, Chi fue el único que planteó la posibilidad de candidaturas independientes en Bolivia. Para hacerlo argumentó que “todas las siglas viejas están corrompidas y manchadas de sangre y son  empresas familiares”. A diferencia de ellos, Tuto Quiroga sería considerado como un insider, no sólo porque ya fue candidato en otras oportunidades, sino que incluso llegó a ocupar la silla presidencial entre 2001 y 2002. Aunque el partido que lo llevó hasta allá, Acción Democrática Nacionalista (ADN) ya no está vigente, es el partido político con el que primero se identifica a este tecnócrata cochabambino. Pero volviendo al principio, ya sea que los consideremos como outsiders o insiders, ninguno de los mencionados podrá ser candidato sin una sigla política por detrás.

Lo cierto es que tras casi 14 años de tala indiscriminada de siglas políticas y potenciales candidatos, el partido que todavía tiene la mayoría parlamentaria en Bolivia ha conseguido debilitar de manera estructural el sistema de partidos en Bolivia. Las fuerzas políticas que antes eran consideradas como fuertes y tradicionales en el país, me refiero por ejemplo al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) o a ADN han desaparecido de la arena electoral y lo que nos queda es buscar o apoyar nuevos liderazgos, muchos de los cuales serán seguramente estrellas fugaces en el oscuro firmamento electoral, por lo  menos hasta que el rompecabezas democrático se aclare y nuestra clase política madure. Soñar no cuesta nada.  

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