Impertinencias sin
capucha
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Fuente: https://www.periodistadigital.com/ |
Ana Rosa López Villegas*
Desde la renuncia
y fuga de Evo Morales Ayma en noviembre pasado tenemos la impresión de que las
distancias internacionales se han reducido a su mínima expresión. Especialmente
con países como México, España y Argentina. Los miles de kilómetros de
indiferencia que en otros tiempos más democráticos solían interponer estos
países con Bolivia a nivel diplomático parecen haber desaparecido. El guardar
las formas, los protocolos y hasta las maneras de argumentar en el fino
escenario de las relaciones exteriores se convirtieron de pronto en desfachatadas
impertinencias que no solo lograron enfadar a la canciller Karen Longaric. Nos enfadan
a todos los bolivianos que vivimos entre octubre y noviembre de 2019 una
historia de terror democrático y de descalabro político sin precedentes. Lo
vivimos en carne propia, en nuestras calles, en nuestros barrios, en nuestras
rotondas, en nuestras casas. Nadie puede contarnos cómo fue, porque los
protagonistas fuimos nosotros mismos y sabemos muy bien de lo que hablamos
cuando nos referimos a que las elecciones del 20 de octubre del pasado año
fueron fraudulentas y que ningún golpe de estado se perpetró en este país, como
siguen repitiendo sin tregua y sin vergüenza altas autoridades de nuestro
particular triángulo de las Bermudas dispuesto entre Centroamérica, la
Patagonia y nuestros antiguos colonizadores en España.
El primero en
faltarnos al respecto fue el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
No lo hizo solo al aceptar a Morales en su territorio sin contar con las
consecuencias de política exterior que acarrearía por “salvarle la vida” al
expresidente boliviano, o porque le permitió derramarse como diva entre los
medios de comunicación mexicanos para divulgar sus falsos argumentos golpistas
custodiado por una docena de guardaespaldas como si de un magnate intocable se
tratara. El asilo político otorgado a Morales en México le dio licencia para
seguir su dañina actividad política. Sin reparo. Sin límite. Sin control.
López Obrador ha
sido a su manera un instigador al “pedirle” a la OEA en noviembre del año
pasado que fijase “una postura cuanto antes” sobre las elecciones
presidenciales bolivianas. “No al silencio”, remarcó en aquella oportunidad el
mandatario mexicano y esta imperdonable injerencia se ha convertido en amenaza,
puesto que otra vez tenemos que bancarnos la desfachatez del gobierno de México
que recientemente le ha solicitado a la OEA “que aclare las discrepancias entre
el análisis contenido en la nota de The Washington Post” (elaborada por dos
expertos externos del Laboratorio de Ciencias y Datos Electorales del conocido Instituto
Tecnológico de Massachusetts, MIT por sus siglas en inglés) y el análisis que
dicho organismo internacional hizo público, primero el 10 de noviembre, día de
la renuncia de Evo Morales y nuevamente algún tiempo después, ratificando los hallazgos
del fraude. El reporte oficial puede encontrarse en la página web del mencionado
organismo internacional.
El gobierno de
López Obrador pone en entredicho la labor de una organización del tamaño de la
OEA, pero al mismo tiempo desprecia el testimonio boliviano, nuestro testimonio
de la historia y no tiene ningún derecho para hacerlo. Y por la misma vereda, el
presidente argentino, Alberto Fernández no quiso quedarse fuera de la cantaleta
mexicana. Sin ningún pudor y menos respeto se ha atrevido a “pronunciarse”
sobre el informe de los dos expertos norteamericanos y externos al MIT que descartaron
la denuncia de fraude electoral en las elecciones de octubre. Fernández señaló
con soltura por decir lo menos, que dicho “estudio” mostró que en Bolivia se
“violentó” el Estado de derecho con la acción de las Fuerzas Armadas, de la bendita
e inútil oposición y de “la explícita complicidad de la OEA”. La omnipresencia
de Fernández no puede sino dejarnos boquiabiertos y sumamente indignados. Ni qué
decir de la romántica declaración que el presidente argentino le ofreció al
candidato masista, Luis Arce Catacora, al decirle: “si yo fuese boliviano,
votaría por ti”. Habría que recordarle que él no tuvo la dicha de haber nacido
en Bolivia y que ocupando el cargo que tiene, sería mucho mejor tener la boca
cerrada y la lengua a buen recaudo.
Y la fresa del
pastel la ha puesto sin duda, el gobierno español que ha acusado a la
administración transitoria de la presidenta Jeanine Añez de haber atentado
contra la seguridad de sus corteses agentes encapuchados que seguramente solo querían
tomar el té en la residencia diplomática mexicana aquel 27 de diciembre pasado.
El argumento que proponen parece un mal chiste o cómo vamos a ser capaces de
creer que los emisarios del Grupo Especial de Operaciones (GEO) (brazo
especializado de alta gama de la Policía Nacional de España), que hacían una “de
cortesía” a la embajadora de México María Teresa Mercado, iban encapuchados
para proteger su identidad y preservar su seguridad porque “estaban siendo
hostigados y filmados”.
Parece el guión
de una película de intrigas y espías, pero no lo es. Es la trama en la que
Bolivia se desenvuelve ahora, enfrentando impertinentes encapuchados e impertinencias
sin capucha, que han perdido la vergüenza y poco les importa mostrar la cara
para exponer su verdadera posición en medio de nuestro propio conflicto. Bolivia
merece respeto y hay que recordárselo a nuestros ilustres mirones
internacionales.
* Comunicadora social
Twitter: @mivozmipalabra
Una versión muy acertada de los hechos vividos en nuestra querida Bolivia, es realmente indignante la actitud tomada por México, Argentina y hoy España.
ResponderBorrarGracias por leer y comentar, Marieta.
ResponderBorrarUna historia muy bien contada por quien vivio entre las pititas y los atropellos de quienes tenian el poder
ResponderBorrarGracias por leer y comentar.
ResponderBorrarMuy buen artículo. Hablo de lo que conozco, que es España. Por desgracia para todos y todas las españolas, el gobierno actual quiere aliarse con los gobiernos bolivarianos e intenta instaurar en España un gobierno de ese tipo.
ResponderBorrarGracias por leer y comentar.
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