
Ana Rosa López Villegas
Animada por el
interés que despertó la última columna denominada Elvira Espejo Ayca,
tejedora de rebeldías, hoy me permito ofrecer esta segunda parte para dar a
conocer un poco más sobre ella y su invaluable aporte a la conservación del
patrimonio cultural, especialmente del textil no solo en Bolivia, sino en toda
la región de los Andes.
Una vez que Elvira se dio cuenta de que el recorrido académico de la investigación
sobre el telar en su comunidad y otras no retornaba a las tejedoras de ninguna
manera, fue ella misma quien se ocupó de organizar talleres de autoreflexión con
las comunarias con el objetivo de recoger desde el origen la noción del ser que
se transmitía en sus tejidos. Allí comienza también el descubrimiento de la cadena
operatoria que las tejedoras defienden y que no es otra cosa que mirar hacia
adentro, hacia las raíces de una pieza en tanto objeto cultural, adentrarse en todos
los elementos y procesos que hicieron posible la creación de tal pieza u objeto
y no solo concentrarse en la belleza exterior que se puede admirar como
producto final en un museo e ignorando completamente su construcción y las
disciplinas que conspiraron para su creación. Las tejedoras lo explicaban así: “Sin
lana no hay tejido, sin animal no hay lana, sin tierra no hay el animal y sin
la lluvia no hay pasto”. Elvira vio de esta manera que un objeto tiene
identidad, cultura, economía, lengua y que puede considerarse como un ser vivo
y dinámico.
La vertiente inagotable de preguntas que Elvira se fue planteando acerca
del telar y su cadena operatoria la llevó a investigar el tema con mayor rigor
y disciplina, esfuerzo que culminó con la publicación del libro Ciencia delas mujeres: Experiencias en la cadena textil desde los ayllus de Challapata,
texto que contó con la coautoría de la arquitecta y antropóloga anglo-boliviana,
especializada en el estudio de la cultura, sociedad e historia en los Andes,
Denise Arnold. Este extenso estudio contó además con el auspicio de del AHRC
(Arts and Humanities Research Council) de Londres, gracias al cual las autoras fueron
parte del proyecto “Comunidades de práctica textil” orientado a la comprensión
de la historia y la arqueología de los textiles andinos y a través del cual
visitaron los museos de la región andina y del exterior. Una muestra de este
trabajo puede verse en la página web www.weavingcommunities.org.
Pero Elvira fue más allá de la investigación, sus expertas manos de tejedora
andina le permitieron hacer réplicas de los originales arqueológicos que había
estudiado. Al escudriñar estos íntimos orígenes del telar, los hilos y la
ciencia de los colores, nuevas interrogantes se desataron y a su vez nuevas investigaciones
que lograron llenar los vacíos que incluso tenía la propia comunidad sobre la
labor textil.
La segunda publicación, Ciencia de tejer en los Andes: Estructuras ytécnicas de faz de urdimbre, llegó a complementar plenamente el primer
estudio. Para concretar este trabajo, Elvira trabajó con alrededor de 900
tejedoras de la región andina, Bolivia, Perú, Norte de Chile, Norte de
Argentina y Ecuador, y en sus lenguas maternas, aymara y quechua, una ventaja de
lujo con la que no cuenta todo investigador de patrimonio. Como ella misma mencionó
en la entrevista del podcast Patrimonial, esta ardua labor permitió la sistematización
de la noción filosófica del modo de pensar de las tejedoras y de los telares.
En el tercer gran aporte publicado por Elvira Espejo y Denise Y. Arnold, Eltextil tridimensional: La naturaleza del tejido como objeto y como sujeto, la
idea principal fue la de explorar la naturaleza del textil en su aspecto
tridimensional, es decir ir más allá de su carácter bidimensional con dos
caras, anverso y reverso, el reto era “el de entender el textil como una
construcción compleja en tres dimensiones (3-D), que a su vez documenta y
expresa las realidades económicas y productivas, sociales y culturales de su
entorno, incluyendo sus múltiples interacciones con los ciclos de vida de los
seres humanos en este entorno, con un enfoque también tridimensional”.
Lo que se resume en estas líneas busca mostrar la calidad de investigadora
con la que cuenta Elvira y más allá de eso, su amplia experiencia como tejedora,
sujeto y protagonista de todas sus investigaciones. Su llegada a la dirección del
Museo de Etnografía y Folklore (Musef) ubicado en La Paz no es sino el justo y meritorio
reconocimiento a una trayectoria de entrega y compromiso con el patrimonio
textil y la comunidad. Su profundo conocimiento y entendimiento de la cadena
operatoria le permiten a Elvira mirar un objeto e imaginárselo gritando a voz
en cuello que además de ser objeto es ciencia, tecnología, economía, sociedad,
lengua; y es esta mirada desde adentro lo que hace que cada una de las
exposiciones que organiza en el Musef se conviertan en un viaje alucinante que
nos deriva a reflexionar sobre nuestro origen, nuestro presente y el futuro que
nos aguarda. Una visión que no tiene nada que envidiarles a los más reconocidos
museos del mundo, una visión propia. Como Elvira misma menciona, “estos años se
ha hecho todo en el Musef sobre las cadenas operatorias, es un hilo conductor
de la vida de toda la cultura material para entender a la sociedad, para saber cómo
y quiénes somos y adónde vamos”.
Si hay una saga de no ficción que vale la pena leer durante esta cuarentena
extendida, es sin duda la que Elvira Espejo propicio con sus tres investigaciones
(entre otras) y está al alcance de un clic en la red de redes.
*Comunicadora social
Twitter: @mivozmipalabra
Comentarios
Publicar un comentario
Comentarios: