LA COLUMNA ROTA - ¿Otra cosa es con guitarra?

 



Ana Rosa López Villegas*

 Antes de finalizar enero, el presidente Luis Arce Catacora se presentó en la localidad de Achacachi para celebrar el 195 aniversario de creación de la provincia Omasuyos. Como ya es mala costumbre del mandatario, lo hizo sin barbijo y sin tomar en cuenta las medidas de bioseguridad que deberían ser respetadas en primerísimo lugar por él, no solo por ser quien es, sino porque es una persona que ha sufrido una enfermedad de base y tendría que ser aún más precavido con su salud. ¿Por qué le cuesta tanto respetar las reglas? ¿En qué dimensión paralela se encuentra el país que dice gobernar? El mal ejemplo que brinda una autoridad de tan alta investidura es sencillamente imperdonable.

El asunto es que, sin saber realmente a título de qué méritos, los pobladores de Achacachi, conocidos como Ponchos Rojos recibieron en la ocasión arriba mencionada dos vehículos como regalo. Arce no quiso llegar con las manos vacías, dijo y después de su ya consabida cantaleta en contra de la expresidenta Añez, se comprometió a entregar más obsequios en el futuro. Cuando se tenga más “platita”, señaló textualmente. ¿Cuáles son las prioridades del gobierno para destinar “platitas” en estos momentos de crisis sanitaria, económica, educativa y social en Bolivia? Resulta altamente ofensivo ver el desprendimiento que Arce Catacora tienen con unos, mientras que otros, la mayoría, tienen que aguantarse nomás, según el mismo expresó en otro discurso. Es insultante tener que ver llegar las vacunas en un carro frigorífico de una empresa que comercializa carne de pollo porque no se cuenta ni con lo básico para su adecuado transporte y conservación. Y si deliberadamente cambiamos de tema por un momento, resulta también grotesco presenciar el prebendalismo sin filtros del gobierno cuando hay cientos de estudiantes en Bolivia que no pueden acceder a la educación a distancia por falta de internet y de dispositivos electrónicos adecuados para ello.

Las cifras de contagios y muertes por Covid-19 en Bolivia se han convertido en números que parecieran no impresionar más, pero detrás de cada estadística hay una familia que sufre no solo la partida de sus seres queridos, sino también las deudas que quedan por pagar por el tratamiento recibido en centros de salud privados. Este es el triste caso de tres jóvenes orureños que perdieron el mismo día a su madre y a su padre. Ambos contaban con el seguro médico de la Caja Nacional de Salud, pero debido a la falta de camas en el Hospital Obrero de esa capital, tuvieron que ser internados en una clínica. Asteria era enfermera y Víctor Elías médico, los dos sirvieron en primera línea a combatir la enfermedad y ninguno pudo superarla. Tras su muerte queda el vacío, la desesperación y ahora la enorme preocupación para sus hijos que deben cancelar la suma de 265 mil bolivianos por la atención que recibieron sus padres.

Y si no se trata de deudas, la dificultad de conseguir espacios en cualquier hospital también hace padecer a los familiares de los enfermos que tienen que verlos fallecer en las puertas de los nosocomios o en los vehículos en los que desesperadamente los transportaban en busca de atención médica. Valga este espacio para apelar nuevamente a la solidaridad de los bolivianos para que colaboren con las innumerables acciones de recaudación de fondos que día a día se publican en los periódicos y sobre todo en las redes sociales (aportes para los hijos de Asteria y Víctor Elías en las cuentas: 10000024120292 Banco Unión y 5500359589 BNB).

Asteria Aguilar Calle y Víctor Elías Yucra Choque se suman a la lista de más de 60 salubristas que perdieron la batalla frente al virus durante esta segunda ola. En la primera se reportaron al menos 145 galenos fallecidos. Según el reporte del diario Página Siete, “hasta el 15 de enero 2021, por día, un médico perdió la vida” debido a la Covid-19 solamente en La Paz.

Como estas hay decenas de historias y dramas que viven las familias bolivianas en este momento. Sanos y enfermos cargan sobre sus hombros enormes responsabilidades y dificultades para las que no encuentran solución ni apoyo ni siquiera la empatía del propio presidente. La campaña política lo tiene ocupado en jaranas y guitarreadas proselitistas en Santa Cruz. Guitarra en mano, sin tapabocas y entonando el conocido taquirari Cunumicita, Arce prefiere dedicarle notas musicales a la candidatura de Adriana Salvatierra antes de hablar claramente sobre la estrategia de contención de la pandemia. ¿Y qué decir del triste papel de la candidata?

No solo hay que sacarse fotos con las cajas que transportan las vacunas, presidente. No es obligación suya vigilar de cerca a sus candidatos y sus campañas electorales, usted tiene que pensar en el futuro, y no le hablo del futuro de los bolivianos, le hablo del futuro de su gobierno. El virus dejará secuelas profundas, no solo en Bolivia, sino en todo el mundo y la preocupación gubernamental de la mayoría de los Estados está centrada justamente en cómo recuperar la economía y mejorar la educación, por favor explíquenos cómo se va a trabajar en nuestro país para salir de esta crisis que, téngalo por seguro, no se resolverá si su partido gana las elecciones subnacionales. Gobierne para todos, por favor, gobierne.

 

* Comunicadora social

Twitter: @mivozmipalabra

Instagram: @misletrasmislibros

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