Ana Rosa López Villegas*
Sonrisas, apretones de
mano, vítores, intenciones (ojalá que todas buenas), discursos con y sin barbijo,
posesiones, promesas de cumplir lo ya prometido, ausencias, despedidas y
despidos, cambios y cuando no, arrogancias. Así comienzan los gobernadores y
alcaldes su nueva gestión. Hace un año muchos de los que hoy poseen el poder
subnacional no se imaginaban tal vez llegar al lugar en el que están ahora. El
tablero de la política boliviana admite movidas inverosímiles, ya estamos
acostumbrados, pero igual no dejan de asombrarnos. Hoy el desafío nacional y
regional está trazado y tiene nombre de pandemia y de crisis económica. Pero
todos los comienzos se visten de esperanza y eso es lo que guardamos los
bolivianos en el corazón para ver a nuestro país libre del coronavirus, con
toda la población vacunada y con medidas económicas efectivas y plurales.
Del gobierno municipal de
La Paz se despide Luis Revilla tras una larga trayectoria edil. Para muchos fue
definitivamente un alcalde con ñeq´e, para otros todo lo contrario. Nada
hay nítido en política, menos en la que se practica en nuestros confines, sin
embargo, la ciudad maravilla le debe su crecimiento en gran medida a la gestión
de Revilla. Por supuesto que quedan materias pendientes, muchísimas y no solo
en La Paz. Iván Arias toma la posta en la sede de gobierno y en medio de una
guerra ya declarada en su contra. El masismo incapaz de aceptar su derrota electoral,
aplica la fórmula conocida de encajar procesos y “armar casos” para implicar al
exministro de obras públicas en supuestas irregularidades durante su gestión. De
acuerdo con el debido proceso, esa mala palabra en boca de los masistas, tendrían
que ponerse las pruebas en la mesa para oficializar las denuncias, pero como se
trata de un partido político que ni siquiera respeta sus propios estatutos
internos, lo único que cuenta es estrellarse contra los adversarios
irrespetando la justicia, la legalidad y la institucionalidad democrática. Es también
el triste caso de la expresidenta constitucional transitoria de Bolivia,
Jeanine Añez, quien está ya por cumplir 50 días tras las rejas.
En el Oriente, Percy
Fernández deja igualmente la alcaldía de Santa Cruz después de treinta años, no
solo como burgomaestre, sino también como concejal. Fue lo que se dice un
alcalde sin filtro al que nunca le faltó la palabra despectiva, el insulto soez
ni el gesto misógino para tratar a su entorno. Ni la prensa se libró de sus
agresiones verbales y desplantes. Pero en la fauna política que poseemos, ver a
un alcalde octogenario o a una veinteañera como viceministra parecen ser
imágenes que buscan normalizarse. En todo hay un límite, así como hay
capacidades que se pierden con la edad, otras solo pueden adquirirse con los
años, más aún si se trata de cargos públicos en los que el objetivo es el bien
común, pero de nuevo, estamos hablando de política a la boliviana, desinhibida
y oportunista en la mayoría de los casos.
En las alturas, una joven
Eva Copa toma las riendas del municipio de El Alto y se convierte en la segunda
mujer en hacerse cargo de una de las capitales más desafiantes de Bolivia. Su
predecesora, Soledad Chapetón le demostró que se puede. Pese al encono y a la
retahíla de despropósitos con los que el Movimiento al Socialismo (MAS) atacó
su gestión, poniendo piedras en su camino hasta el final, la Sole deja un
ejemplo de entereza y valentía en El Alto. También están los alcaldes déjà-vu
como Reyes Villa en Cochabamba. El “Bombón” ha vuelto a lucir su vistoso bigote
y de momento el tomate que le lanzaron el mismo día de su posesión ha quedado
como anécdota. Así inician las nuevas gestiones ediles las más de 300 alcaldías
en todo el país. Ojalá le prestemos más atención a las administraciones rurales
de cuya existencia nos enteramos solo cuando se desatan conflictos y se dan
enfrentamientos.
En el otro nivel, Luis
Fernando Camacho asumió la gobernación en Santa Cruz, Santos Quispe, el
heredero del Mallku, en La Paz y Damián Condori en Chuquisaca, entre otros. Las
primeras declaraciones de Quispe han desatado ya prematuros ayes de hastío.
Tras ser consultado por un periodista sobre las supuestas denuncias por
violencia de género en su contra, el flamante gobernador arremetió diciendo de
manera textual: “¿Por qué molestas a esta persona de cara aymara, por qué no le
hablas al Manfred Reyes Villa, por qué me discriminas así?” La pregunta que
originó esa declaración no fue respondida, pero el eco de tales palabras nos
remite indudablemente a lo peor del masismo, el de ahora y el incubado por Evo
Morales durante catorce años de gobierno.
Este es el panorama. Muy a
pesar del deseo poco democrático del presidente Arce Catacora, de que las
gobernaciones sean todas masistas para poder trabajar en conjunto por el país,
el de todos suponemos, ahora tendrá que hacerlo con un colorido ramillete de
opciones diversas. Ojalá esté a la altura del desafío político y
democrático.
Esto es lo que vemos tras
un largo ir y devenir electoral en el país. Mientras las nuevas autoridades
asumen sus cargos y designan a sus colaboradores, la imagen de Salvador Romero
retirándose del Tribunal Supremo Electoral se desdibuja como una mancha de
tinta negra que se va esparciendo lentamente sobre una hoja de papel,
especialmente porque la designación de Dina Chuquimia como vocal de la
instancia electoral es una estocada presidencial que no le hacía falta a la
democracia.
* Comunicadora social
Twitter: @mivozmipalabra
Instagram: @misletrasmislibros
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