Ana Rosa López Villegas*
Veo salir en hombros y
entre vítores al ministro de salud, Jeyson Auza, después del acto de
interpelación al que se sometió en el Legislativo en los últimos días y siento
que las ganas de despotricar y reventar de bronca se me acaban. La indignación ya
no alcanza y el sentido común tampoco provee entendimiento para digerir lo ocurre
en nuestro país de las maravillas. La vergüenza está tan gastada que apenas
sirve para cubrirnos la cara y sentir pena por el despojo moral en el que se ha
convertido la política en Bolivia.
La interpelación, según la
definen los expertos, es una práctica de control político legítimamente
democrática dentro de un estado social y democrático de derecho, es decir un
estado en serio, que práctica la democracia y no la finge, que respeta las
libertades y no las atropella, que administra justicia y no se pavonea en el
abuso de poder descarado. Se trata de un acto en el que la responsabilidad
política de un ministro se encuentra bajo la lupa, en tela de juicio debido a denuncias
de incumplimiento o mal cumplimiento de sus deberes. Pero en el caso de Bolivia
y del ministro Auza, la interpelación parece haberse convertido en una especie
de concurso en el que el ganador tiene que salir en calidad de héroe recibiendo
los aplausos de sus seguidores que no son otros que los mismos funcionarios del
ministerio y de otras instancias de salud pública, varios de estos empleados estatales
viven bajo humillación y ultraje permanente de su libertad de decisión y de
expresión. ¡Qué pobreza de institucionalidad política vivimos! El masismo no ha
dejado sus malas prácticas, las ha empeorado y sigue con empeño un modelo
mediocre e incompetente de gobierno.
¡Qué gran enseñanza sobre
apología de la ineptitud que le están heredando a las nuevas generaciones! ¡Qué
farsa la del gobierno que pretende hacer creer al pueblo que la salud de los
bolivianos está garantizada en tiempos de crisis sanitaria! Que Auza salga como
estrella de rock tras una interpelación es una bofetada tremenda al dolor de
las familias de cientos y miles de bolivianos que siguen peregrinando por los
hospitales del país en busca de atención médica, de oxígeno, de unidades de
terapia intensiva y de medicamentos; es un insulto soez para quienes siguen
esperando la segunda dosis de una vacuna que nunca llega; es una patada para las
personas que tienen que enterrar a sus seres queridos porque han perdido la
batalla contra el virus. ¿Qué decir del valeroso personal de salud de todo el
país? Mientras Auza cabalga su mentira e incapacidad operativa, médicos,
enfermeras, camilleros y muchos otros pierden la vida en la primera línea de
batalla, carecen de los insumos básicos y necesarios para desarrollar su labor
y dejan huérfanos, viudas y familias incompletas que no recibirán ninguna ayuda
del gobierno. Para ellos no hay bonos solo la apatía de un régimen
absolutamente desequilibrado y enajenado de la realidad que le rodea.
Luis Arce y David
Choquehuanca no gobiernan, no ordenan, no planifican, no tienen estrategia. Los
mandatarios viven en una dimensión paralela en la que es más importante gritar en
favor de la dictadura cubana y nicaragüense. Viven en un bucle infinito y
psicótico en el que se repite la palabra golpe y gobierno de facto con una obsesión
enfermiza. ¿Qué hay del futuro? ¿Cuándo se va a acabar el odio y la sed de
venganza? ¿Hasta cuándo van a perseguir fantasmas y embanderar como panfletos
de guerra a las masacres de Sacaba en Senkata? No quieren justicia, porque el
que a la justicia apela cumple las normas impuestas, las respeta, las valora y
las aplica por igual a todos los ciudadanos. Tan insoportable les resulta
reconocer la verdad de lo que vivimos en el 2019 que no cesan en su afán de
mostrar como trofeos de guerra a los militares y civiles detenidos y acusados
por el caso de un golpe de estado que jamás existió.
Nada les importa que la
expresidenta transitoria y constitucional de Bolivia, Jeanine Añez suplique por
su vida y su salud desde su injusto encierro en una cárcel paceña, ese dolor alimenta
su veneno y aviva la saña con la que se estrellan en contra de sus supuestos
enemigos. ¿Qué decir del jovenzuelo Del Castillo al que le falta muy poco para
ver hombrecillos verdes que vienen armados desde el imperio norteamericano a
acabar con el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS)? Quedó en ridículo
acusando al mismismo expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump del
supuesto golpe.
Que el viceministro de régimen
interior, Nelson Cox asegure sin ruborizarse que no puede haber presunción de
inocencia en el caso de los miembros de la Resistencia Juvenil Cochala (RJC)
porque se trata de “delincuentes y criminales” es sobre todo una amenaza a toda
la población, una intimidación de la que nadie nos salva porque la justicia,
así como el poder electoral y las Fuerzas Armadas y la Policía han sido cooptadas
por el régimen masista.
Que el canciller boliviano,
Rogelio Mayta, muestre sin temblores una carta falseada para incriminar al excomandante
de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB), Jorge Terceros y por ende al “diabólico” gobierno
transitorio de Añez, termina por hacernos ver que hay más sombras que luces en el
túnel que nos toca transitar. Sí, a veces siento que las ganas de despotricar y
reventar de bronca se me acaban, pero no hay que callar, porque las palabras
quedan y serán en el futuro parte de la historia que los nuevos bolivianos
tendrán que aprender para evitar repetirla a toda costa.
* Comunicadora social
Twitter: @mivozmipalabra
Instagram: @misletrasmislibros
hola Anita, te escribe Walfre. Honestamente concuerdo contigo, casi en todo, porque si bien es injusto que Añez esté en una cárcel, si pienso que debe rendir cuentas en un Juicio de Responsabilidades por las tracaladas que hicieron con respiradores y otros insumos en su gobierno, al igual que un juicio a Morales por las barbaridades innumerables durante su gobierno. Lamentablemente no creo en la inocencia de ninguno y las interpelaciones realizadas por el parlamento masista a los ministros de Añez se dieron de la misma decepcionante manera. No veo víctimas, sino pillos en ambos bandos
ResponderBorrarAmigo querido, concuerdo también contigo, pero por más mal bicho que pueda ser una persona, en este caso Jeanine Añez, es completamente ilegal su captura y detención y esto no justifica para nada que los actos de corrupción de su gobierno, actos por los que tiene que rendir cuentas, seguro. Aquí lo triste es que no hay justicia, Walfre, lo que hay es justicieros oficialistas cegados de odio y poder.
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