Patrimonio (Reloaded)

Últimamente trato de aprovechar los escasos diez minutos que dura el viaje entre mi oficina y mi casa para leer. Es toda una proeza cuando se trata de uno de esos minibuses chiquitos en los que mis rodillas no entienden nada del síndrome de la sardina al que se somete cualquier mortal que se atreve en el transporte público de La Paz.

Siempre que se puede, me siento al lado del conductor o en la primera fila en la parte de atrás. Sin perder mucho tiempo, abro el libro y comienzo... Esta semana cargo en la cartera la Antología Poética de Friedrich Hölderlin y hace un par de días, cuando me disponía a leer Cuando era niño... la voz de una chiquilla (9 años tal vez) que iba sentada atrás mío me obligó a despegar los ojos del verso y a escuchar con atenta disposición la siguiente conversación sostenida con su papá:

-Papá, ¿qué es el patrimonio? (Pregunta difícil de contestar, me pongo en el pellejo de ese papá y trato de hilvanar por mi cuenta, alguna respuesta coherente y comprensible).
-... (Silencio, lo más probable es que el papá no sepa cómo contestar, pero pronto surge una primera respuesta) La definición es un poco complicada, explica el progenitor, me imagino su cara y quizás, su incomodidad. La niña no pronuncia palabra, a lo mejor esperando un mejor argumento de su papá. Y él sigue:
-Patrimonio es lo contrario del matrimonio, le dice con una sonrisa sonora que sólo atino a adivinar. 
-¿Entonces es divorciarse? Responde con total lógica la vívida e inteligente jovencita; padre en aprietos en busca de una respuesta a lugar.
-No, no. A ver, el patrimonio es la herencia que te dejan tus padres, es algo de valor que te heredan. Bueno, eso está mejor que una definición descabellada basada en un antónimo inexistente. Silencio otra vez, hasta que la niñita admite para terminar:
-Papi, yo pensaba que patrimonio era cuando dos patos se casaban. Carcajada monumental y compartida, un divino final para la brevedad de diez minutos con síndrome de sardina en el transporte local.

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Esto es lo que más me gusta de tener un blog, hacer que sea una experiencia compartida, ¡gracias por el aporte mafaldístico Ratona :)!

Comentarios

  1. Hölderlin viaja todavía entre los pliegues de mi cartera ;)
    Ana Rosa

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  2. Será por eso que lo único que extraño de trabajar en el centro de LPZ es la posibilidad de avanzar en mis lecturas sin preocuparme de que suceda lo mismo con el tráfico.

    Ya tuve varias ocasiones con tremendas preguntas (sexo, filosofía infantil, existencialismo) de mis enanos, te lo dedico el momento y el auditorio expectante.

    @tinchez

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  3. Tincho:
    Son mini-experiencias únicas, ¿no?
    Gracia por tu visita y tu comentario.
    Un abrazo.
    Ana Rosa

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  4. Pobre papá, habrá pensado en su momento...En qué lío me he metido no? bien por "Tus mini-experiencias únicas" hacen que la vida sea envidiable en La Paz

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  5. Querido Alejandro:
    Los hijos siempre nos ponen en aprietos, a veces mucho más bochornosos que éste de patrimonio.
    Un abrazo,
    Ana Rosa

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  6. divina la respuesta de la niñita,
    excelente relato el tuyo.

    gracias por dividirlo
    y multiplicar carcajadas...

    saludos!

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  7. Hola Zeh:
    De tanto tiempo ;) Gracias por multiplicar los comentarios.
    Un abrazo,
    Ana Rosa

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  8. No hay inocencia como la de un nino, y no hay mejor relato que el tuyo. un abrazo!

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  9. Reí muchísimo con este post! me trajo a la memoria esta tira de Mafalda:
    http://dreamers.com/mafalda/Tirasvarias/v40.gif
    Oh los niños...
    Abrazos!
    :D

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  10. Hola Ratona:
    Me alegra que te rías y gracias mil por la imagen, creo qu le voy a hacer un reloaded al post con la tira de la genial Mafaldita.
    Besos,
    Ana Rosa

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